martes, 12 de marzo de 2024

La felicidad es estar en camino…

 




Pienso cosas que no pueden suceder
Recuerdo otras que me van a pasar
Si algo me duele es no saber
Reinvento los hechos que creí olvidar
Escribo según logro percibir
Conjugo verbos en tiempo disreal
Lo único que sé es que voy a ser feliz
Antes de conseguir lo que quiero…
Para que cuando lo obtenga
Ya pueda estar haciendo equilibrio detrás
De un nuevo sueño
La felicidad es estar en camino
¡No llegar jamás!
Debe ser por eso que ansío lo impensado
Que creo fervientemente en lo increado…
Allí se guarecen las respuestas que aún
Por falta de fe en mí mismo no he encontrado




miércoles, 6 de marzo de 2024

Tank'æyes






 


Los ojos saben
Ver como también sondear
Las corpóreas
Voces y sonoras formas
Que aún no pueden ser



viernes, 1 de marzo de 2024

Haiku 正

 


(Obra de Guillaume Chiron)



Un buen poema
Debe leerse siempre
Por primera vez


Bolsa de Gatos 1101/1110

 




1110. “El gato llega a la puerta del cuarto donde escribo. / Se detiene… vacila… avanza… / Me clava su mirada. / Nos miramos. Ojos contra ojos… / ¡Casi con terror! / Como dos seres incomunicables y solitarios / Que fuésemos hechura de dioses diferentes.” (Poema de Mário Quintana, poeta brasileño nacido y muerto en Porto Alegre en 1906-1994)





1109. “Venía de la miseria y la soledad de una infancia sumergida en la promiscuidad familiar, de las violentas relaciones amor-odio con la madre, del hondo desdén por Augusto Morante, el padre legal, sujeto impotente y masoquista ante los castigos de la esposa, del rencor por el “tío” que los procreó para luego desaparecer. Sólo su sostenida pasión por los gatos, los niños y los juegos, que inventaba para jugar con sus hermanos, la preservó de la locura. Un origen de hambre y dolor que amargó su prematura independización (seguramente mal vista en la época) y muchas veces, sin culpa ni vergüenza, la arrastró a la prostitución. La relación con Alberto Moravia, con el cual se casó y convivió muchos años, contribuyó a ponerla en la mira, pero fue por la trascendencia de sus escritos que Elsa Morante se afianzó en el primer plano y obtuvo peso propio en el círculo de opiniones de la intelligentzia italiana de mediados de siglo –a la que por otra parte evitaba–, mientras en la intimidad se convertía en amiga dilecta de Pasolini, Bertolucci y Visconti.” (Por Alicia Plante para https://www.pagina12.com.ar)





1108. “Mucho de gato tenía Andy Warhol quien, después de sus vivencias en el Chelsea Hotel, compartió manta y sofá con sus veinticinco gatos en su apartamento de la avenida Lexington. A todos los llamaba Sam, los dibujaba y algunos le acompañaban en sus viajes más locos. Llegó a cancelar importantes citas de negocios, con tal de no separarse de ellos. Warhol se dejaba querer y entre ronroneos descubrió hasta qué punto le traían suerte, sobre todo un gato azul, al que, cuando su ausencia se le hacía insoportable, le escribía notitas que después le dejaba en su canastilla: Querido Sam. Te echo de menos. Quien te ama, A. (¿Quién va a ser si no?)” (Extractado de //sonandoconmaletas.com)





1107. El Dios Sol Ra con forma de gato matando a la serpiente Apofis junto al sicomoro sagrado, (1295-1186 a.c), una de las pinturas funerarias de la tumba de Inherkhau. Desde siempre el gato fue venerado porque mataba a las ratas que se devoraban los cereales de las cosechas acumulados en los graneros y porque ahuyentaba a las serpientes, muy numerosas a orillas del Nilo. Era además admirado por su belleza y elegancia y respetado y hasta temido por sus “cualidades mágicas" (el gato imponía respeto o miedo, dependiendo la persona),  las que no eran otra cosa que la capacidad de sus pupilas (o tapetum lucidum) de contraerse y brillar con la luz de la luna en la más cerrada oscuridad.





1106. En la víspera del accidente en el que perdió la vida, James Dean dejó a su gato Marcus al cuidado de su amiga Jeanette Doty con una nota en la que le indicaba cómo debía cuidarlo: “1 cucharadita de jarabe Karo.  1 lata grande de leche evaporada.  Misma cantidad de agua destilada o hervida. 1 yema de huevo. Mezclar y enfriar. No le des carne o leche fría. 1 gota de vitaminas diaria. Lleva a Marcus al Dr. Cooper en la calle Melrose la semana que viene, toca vacunarle.” Su siamés Marcus había sido un regalo de su íntima amiga Elizabeth Taylor al inicio de la filmación de su última película, 'Gigante'.





1105. El maestro del cine Nicholas Ray contó sobre James Dean: “La última vez que lo vi fue una noche que de repente se apareció por mi casa a las tres de la mañana. Tenía ganas de hablar y lo hicimos durante horas, hasta que era ya de día. Hablamos sobre sus planes futuros, incluyendo la película que estaba haciendo, “Gigante”, y la que pretendía hacer. Luego, cuando ya se iba, me pidió un libro sobre gatos que le había comentado que tenía en mi biblioteca. Amaba a los gatos. Los consideraba sus maestros de actuación y concentración. Cuentan que el día de su muerte, su gato, al que había dejado al cuidado de una vecina amiga, desapareció. Sin dudas, James Dean fue uno de los más grandes'. (Esta foto, jugando con su siamés Marcus, le fue tomada en la casa que alquilaba en Sherman Oaks, California, días antes del trágico accidente automovilístico que le costó la vida.





1104. “Volver a Eliot y traducirlo todo ha supuesto una revisión de la influencia del gran poeta angloamericano en mí mismo (y en otros poetas de mi generación, como Joaquín Pérez Azaústre o José Daniel García). Desde la posguerra, Eliot ha estado presente en varias generaciones: en los novísimos, en la experiencia, en la mía propia. Ahora estará más presente aún un Eliot nuevo para nosotros, un Eliot que amaba los gatos y el té, un habitante de Hampstead con sombrero de seda, un revolucionario con traje y corbata, un hombre que fue vanguardista y conservador y que nos dio una lección de resistencia moral frente a lo convulso de todo tiempo.” (Así prologa su trabajo José Luis Rey, reconocido traductor del maestro poeta T.S. Eliot, en la fotografía en su estudio con su gato Zuaxo sobre su brazo, para https://wmagazin.com/)





1103. La autora, pintora e ilustradora estadounidense Dahlov Ipcar amaba a los gatos. Escribió y ella misma ilustró una treintena de libros infantiles, entre los que destaca “El Gato de Noche” (The Cat at Night), publicado en 1969, en el que narra las aventuras de Goliath, un gato blanco y negro que vive en una granja y duerme de día junto a la estufa hasta la noche cuando el granjero se va a dormir y lo saca de la casa. Goliath disfruta eso porque puede hacer lo que más le gusta, ver en la noche y explorar. No tiene sueño de noche. La noche lo despierta, es su mejor momento. Avanza sigilosamente, caza siempre algo y hasta se llega al pueblo vecino a reunirse con sus amigos gatos. Luego, con las primeras luces del nuevo día, regresa siempre justo después que el granjero ha ordeñado sus vacas. Al verlo la granjera lo saluda y le ofrece un cuenco de leche. Goliath se la bebe toda y recién entonces entra en la casa, se acurruca junto a la estufa y se queda dormido mientras el granjero exclama: “Pero qué gato tan perezoso, seguro que se pasa la noche por ahí durmiendo y duerme luego todo el día aquí”. Pero el gato ya no lo escucha, duerme profundamente y sueña con las aventuras de la noche pasada.





1102. “No me interesa hablar de poesía, prefiero hablar con mi gato o el jardinero. Aprendo más y me aburro menos. No me interesa ser personaje, porque cuando te ven así, tu poesía pasa a segundo plano. No me interesa si escribes o no escribes. En cambio ser poeta en serio es una responsabilidad. La gente no debe escribir poesía, deben ser poetas. La poesía no es una carrera, eso queda para la hípica. La poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuve conciencia desde muy niño. La poesía no me interesa sólo como acto estético, sino ético. Una manera de cambiar el mundo es empezando a cambiarse a sí mismo. No importa ser bueno o mal poeta, sino transformarse en poeta, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos, de nada vale escribir poemas si somos personajes antipoéticos.” (Jorge Teillier, poeta chileno)





1101. “Cuando ya no tuve edad para enamorar ni enamorarme de mujeres hermosas tuve a mis gatos con quienes sí que nos amamos y respetamos todavía más. Eso para mí es felicidad.” (Bohumil Hrabal, renombrado prolífico novelista checo)


jueves, 22 de febrero de 2024

EspƎjos ---

 




Un espejo es un límpido río de inmóviles aguas

Una imperceptible superficie donde los ojos se ven naufragar

Donde los hechos sin memoria se hunden

Donde cualquier imagen sin dejar rastro se pierde

Un vidriado plano donde una sucesión infinita de reflejos emergen

E invariablemente uno tras otro se desenmascaran

Un impenetrable caudal de tiempo que incluso a sí mismo se traga


miércoles, 14 de febrero de 2024

Un poema ---

 


(Obra de Gerhard Richter)


Un poema escrito con un dedo en un espejo empañado
Quiso el destino que al dejar estampado tu beso allí
Una bocanada de tu aliento me lo haya revelado
 
Un poema llegado hasta mí desde el más oscuro silencio
Atiborrado de voces en blanco, versos ciegos
Rimas quebradas, metáforas apagadas, sonidos callados
 
Un poema que leí con ingenua irrefrenable devoción
Embelesado -confieso- a la vez que desesperado
Como si de “La Chasse Spirituelle” se hubiera tratado
 
Un poema de un anónimo poeta nacido al Otro Lado
Quien, luego de rastrear el principio de los tiempos
Se encontró con que hacía ya rato que estaba empezado
 
Un poema que con cierta pretensión había dilucidado
Que la lectura debiera siempre extraer de lo escrito
Nuevos significados, en lo posible inesperados




martes, 6 de febrero de 2024

Tanka Qián


 



La poesía
Nada más acontece
Transpareciendo
Bajo la superficie
De lo que apenas se ve


jueves, 1 de febrero de 2024

Cavilando el tiempo otra vez... ---

 




...Y si fuera nomás el río la metáfora del tiempo
Y cada gota una íntima parte de su caudal incesante
Su cauce sería el que contiene un mismo espaciotiempo
Del que mana y se reanuda en forma constante


Y si acaso la metáfora del tiempo fuera el árbol
Cuyas hojas brotaran y se deshojaran cíclicamente
Mientras la hojarasca se acumula dorándose al sol
Para que la tierra por las noches se nutra nuevamente


Y si otra metáfora del tiempo fuera un desierto
Donde cada grano de arena es como un instante
Qué hay entre cada grano de arena sino otro desierto
Y qué sino más tiempo entre cada instante...
 


Bolsa de Gatos 1091/1100

 




1100. “Ahora, en esta larga despedida apuñalada de incertidumbres, descubro que jamás te he dedicado un poema. Quizá porque te he sentido tan parte de mí, tan inmóvil en este mundo cambiante, que no soy capaz de imaginar una oscuridad en la que no resalten las diminutas linternas amarillas de tus pupilas. Y ya ves, Luna, incluso hoy se me agota la poesía cuando te recuerdo y pienso que la muerte te ha arrebatado de mi lado, igual que se ha llevado a todos los que he querido, a quienes me han querido a mí, dejando el mundo más frío, más sumido en solitarias tinieblas. He comprendido, Luna, que la vida es un pulso prolongado con la muerte. Un pulso que hemos perdido antes de comenzar. Un viaje absurdo cuyo fin es aceptar nuestra soledad desbocada y contemplar a los seres queridos como maravillosas aves de paso que depositan su calor para después marcharse. Nadie se queda aquí. La muerte nos configura lentamente, nos dibuja surcos en la frente y en el corazón. Mientras, nos dedicamos a soñar que vivimos. No tengo todavía un poema para regalarte. Si alguna vez lo escribo, quisiera reflejar en él tu genio de tigresa asilvestrada, la sombra de tu cuerpecillo acechando tras las esquinas, las cicatrices que me has dejado en la piel. Pero también tus besos de lija, el ronroneo que comenzaba cuando mis dedos se deslizaban por tu cuello, por detrás de tus orejas. «Tu gata es una fiera» me decían; pero ellos no conocían la forma en que me mirabas, el maullido preocupado que me dedicabas cuando me invadía el desconsuelo. Y subías a mis piernas y rozabas la cabecita con mi piel y a veces te quedabas así, pegada tu frente contra mí en un gesto de amor inusitado. ¡Y cómo te enfadabas cuando discutimos en casa!... Nadie, excepto tu familia, conocerá todo eso. Serás un gato más para el mundo, otro animal de compañía que ha pasado por la vida y ha completado su ciclo. Como todos los gatos y los perros que vemos por la calle o en las casas de conocidos. Pero para mí has sido y eres mucho más: una hermana, una criatura que ha demostrado más sensibilidad que la mayoría de los humanos. Inteligente, curiosa, intuitiva, fiel. Caprichosa, iracunda, mimosa, arrogante. Entrañable. Poblada de una sabiduría ancestral, inherente a tu raza, que no aspiro a comprender. Luna, Luna. Qué haré ahora que te has apagado y no puedo mirar ya tus ojos verdes que me dicen todo con su silencio. A quién le contaré mis diatribas mentales, para quién repetiré los temas de los exámenes. Quién se subirá a mi mesa mientras escribo. Qué triste el mundo sin el sutil crujido de tus uñas contra el parqué. Nadie comprenderá el alcance de tu humanidad y pensarán: es sólo otro gato. En estos dieciséis años, algo más de la mitad de mi vida, me has visto abandonar la adolescencia y entrar, llena de confusión, en el mundo adulto. Has conocido a amores y amistades que se marcharon sin dejar rastro. Te has sentado junto a mi abuelo en el sofá –el mismo sofá que destrozaste– y os habéis regalado vuestra mutua compañía silenciosa. Has viajado a Villafranca, a Chiclana, a Conil; has mordido a mis amigos y no has dejado indiferente a nadie, ni siquiera a los veterinarios, que tenían que sujetarte como si fueras una pantera, en vez de un gato. Has conocido los tiempos felices y has visto desmoronarse nuestro mundo, ayudándonos a sobrevivir entre estas ruinas emocionales, tejiendo una mansa complicidad, ofreciéndonos un refugio familiar, algo que permanece, sereno, a lo que podemos aferrarnos. Al final, nos has dejado sólo tu recuerdo. Pero eso nadie nos lo puede quitar.” (“Luna” por la escritora y Doctora en Literatura Española Marina Casado, encontrado en https://marinacasado.com/)





1099. “Cuando me mudé a Topanga Canyon seguía con los Buffalo Springfield, pero faltaba poco para la disolución. Me quedé en casa de una amiga, Linda Stevens. Me gustaba vivir con ella y su hija. Me había traído mis gatos de Laurel Canyon. Eran dos gatitos de color naranja. Uno se llamaba Duck Egg y el otro Orange Julius, como la bebida. En aquella época había muchos puestos de Orange Julius en Los Angeles. Era una mezcla de de zumo de naranja con huevo batido hasta obtener un líquido espumoso con hielo. Alimentaba y estaba bueno. Tengo un recuerdo vívido del sabor y del olor, pero ya a nadie le interesa, salvo a mí. Es un recuerdo único porque lo asocio con ese sabor, al igual que el olor del Los Angeles de entonces, época en la que me trincaron por posesión de marihuana en la casa de Stephen Stills en Topanga…”, cuenta Neil Young en su libro de memorias “El Sueño de un Hippie”.





1098. Trabajaba para JP Morgan pero renunció para cumplir su sueño: abrir un hotel boutique para gatos. A los 50 años Margaret Lean Cole se replanteó su vida, invirtió tiempo y dinero, y se aferró a su amor por los gatos y al de su familia. Ahora alberga 40 gatos en una casa acondicionada para tal fin llamada ‘Espacio Gatos’. Aunque estudió veterinaria en la Universidad de Buenos Aires, Margaret Lean Cole nunca ejerció, y tras un breve paso por un laboratorio de genética su vida tomó otro rumbo y fue consultora en Sistemas de la Banca JP Morgan. Pero tenía su proyecto pendiente y lo cumplió: “Me animé a cumplir mi sueño” le contó a TN. ‘Espacio Gatos’ no es como una guardería estándar sino un hotel que cuenta con tres pisos y dos salas. Abajo está el espacio común y en los dos pisos superiores las suites privadas. Margaret y su compañero, Rene Vera Cortez, acondicionaron una vieja casa tipo chorizo para transformarla en un hotel felino. “El éxito fue la combinación de inversión, responsabilidad, compromiso, amor por los animales, la familia comprometida y animarme a crecer”, resumió la emprendedora, entre los maullidos de sus huéspedes. Los requisitos son: los gatos huéspedes deben tener las vacunas al día, estar desparasitados, traer su pipeta para las pulgas y, preferentemente, tener las uñas cortadas. Para compartir el espacio común, además, deben estar castrados y presentar el resultado negativo para VIF y VILEF (Sida y leucemia felina). Actualmente se pueden hospedar hasta 40 gatos, pero Margaret no tiene proyectado seguir creciendo y, aunque muchos se lo proponen, desecha abrir franquicias. “Hasta acá crecí. Quiero trabajar bien y vivir tranquila” concluyó. (Extractado de https://tn.com.ar/)





1097. “Las Alas del Sueño”, autorretrato de Toshiyuki Enoki. Las obras de Enoki son una eficaz combinación de realidad, mitos y fantasía. Utilizando pinceles particularmente desgastados logra atmósferas muy distintivas junto con una paleta de colores cálidos y apelando muchas veces al dorado crea serenas representaciones oníricas. En este muy particular autorretrato de 2012, así lo definió el propio artista, “autorretrato”, se representa junto a un gato.





1096. Toshiyuki Enoki es un artista japonés nacido en Tokio en 1961, especialista en la técnica tradicional de la laca y en otras tales como las pinturas al óleo, acrílico, acuarela, en tinta china y en el uso de láminas de metal en distintos soportes, papel, lienzo y madera. Enoki estudió Arte y Diseño en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio y su inocultable pasión, aparte de la pintura, desde siempre han  sido los gatos.





1095. “Mi gato se llama Billy, como Billy el Niño. Para mí fue una revolución, como también lo fue descubrir la lectura, tener a mi hija, enamorarme, desenamorarme... Decía María Zambrano que un gato es la perfección de algo, y es verdad. Yo les tenía fobia, los odiaba profundamente, hasta que mi hija encontró a Billy en la Alameda, siendo aún cachorro, me lo presentó y me dijo que iba a vivir con nosotras…” (Así narró la escritora Belén Rubiano su conversión a la religión gatuna en el Diario de Sevilla el domingo 1 de marzo de 2020)





1094. “Durante los últimos días se volvió viral en las redes sociales un video donde Axel Kicillof se encontraba dando una entrevista para la TV Pública, cuando de pronto, lo interrumpió su gata pasando por delante de la cámara, como si nada. Katia, tal es su nombre, forma parte de la familia Kicillof y había sido adoptada en 2019 cuando el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, declarado gatófilo, visitó la Clínica Veterinaria Municipal en compañía del Intendente de Berazategui Patricio Mussi.” (Extractado de (https://elsolnoticias.com.ar/)





1093. La periodista, escritora y activista feminista estadounidense Vivian Gornick vive en su piso del Bronx en Nueva York con dos gatas (a las que bautizó como Gata 1 y Gata 2) y a las que adoptó juntas cuando apenas tenían semanas de vida y pese a que nunca antes había sentido deseo alguno de convivir con un animal. "Luego de décadas de vivir sola un día de pronto me sentí anhelando que hubiera en casa algo vivo aparte de mí misma. El miedo de mi madre a todo bicho viviente de más de dos patas se me había contagiado desde pequeña, pero una vez que me serené se impuso mi anhelo y allá fui en busca de una criatura cariñosa que ronroneara en mi regazo, durmiera en mi cama o animara mi departamento… sólo que no fue una criatura la que encontré sino dos.” Así las cosas para ella, lo demás fue enfrentar la convivencia, difícil al principio, porque las gatas manifestaron su naturaleza felina, estirándose las uñas en sus sillones, mordisqueando algún adorno que les resultaba llamativo, subiéndose a cada estante o mueble alto que hubiera en la casa, deambulando durante las noches o intentando cazar polillas o moscardones que pudieran ingresar del exterior, hasta que Vivian se dio cuenta que también ella debía adaptarse a “la nueva vida en trío” y enseñarles, persuadirlas y ponerles límites, si fuera el caso, para establecer las necesarias pautas de convivencia, todo lo cual fue de a poco funcionando a medida que la relación entre ellas ensamblaba a la perfección. 





1092. “Yo soy un gato de metal / Vivo en un agujero / Tengo una ansiedad / Como de año nuevo / Nunca se dónde estoy / Nunca se adónde voy / Tengo miedo de la escena de la calle / Tengo miedo que en la calle no haya nadie / Esa es la rapsodia de los que decoran el tiempo / Por eso vivo en los tejados / Viajo en subterráneo / Amo a los extraños / Mi comodidad sólo es mi aventura / Nunca será igual / Nunca nada dura /¿Vos te querías comprar un perro? / Pero soy un gato / ¿Vos te querías comprar un perro? / Pero soy un gato.” (“Gato de metal, canción de Charly García del disco “Filosofía Barata y Zapatos de Goma”, su sexto álbum solista aparecido en 1990)




1091. "Los animales que ven en la noche son animales sagrados, como el búho y el gato. Ellos ven con el inconsciente, como los poetas, ven con lo no racional, con esferas inconscientes muy profundas. Por eso cuando te duele un hombro o el pecho, o cualquier lugar del cuerpo, el gato va y se acuesta donde te duele y absorbe las malas energías. Tiene su ‘ojo clínico’. Es un acompañante terapéutico magnífico y mágico.” (Alejandro Jodorowsky Prullansky, artista, cineasta y escritor chileno nacionalizado francés, en la foto con su gata Dulce)


martes, 23 de enero de 2024

Intento de Poema 3D ---




Venía una vez sobrevolando un relato impreso
En el que las palabras allá abajo se veían
Como hileras de stupas o pequeños montículos
Aunque algunas eran más bien como monumentos
En tanto otras estaban dispuestas como diseños
Cubistas de un pintor cuyo nombre no me acuerdo


Planeaba en vuelo rasante y en círculos
Al ras de los sucesivos renglones y fragmentos
Que por momentos semejaban pentagramas
Sembradíos, párrafos con símbolos, ideogramas
Kanjis o incomprensibles jeroglíficos secretos
Entre los que iba lentamente descendiendo
Hasta encontrarme a la sombra de unas formas
Como de gruesas columnas o estilizadas rejas
A la par que caía en la cuenta de que eran letras
Gigantescas y las atravesaba como verjas
Con sinuosos arabescos y espiraladas siluetas
Que proyectaban y se alargaban a uno y otro lado
Según cómo les daba el sol sobre aquel terreno


La cuestión es que cuando quise ubicarme
Estaba ya emprendiendo un agradable paseo
A través de una larga sucesión de altas letras
Que se alzaban como torres, cúpulas, templos
Capitolios, mansiones, estadios, mausoleos
Fábricas, teatros, regimientos, ministerios
(Con fachadas surcadas por perfiles y cornisas
Rectas, como pretenden que sea la verdad
Con molduras tan curvas como cualquier certeza)
Y también modernos edificios y otras construcciones
Atiborradas con puertas, ventanas y balcones
Desde las cuales de pronto comenzaban
A manar en cascada turbulentos ríos y mares
Que con sus oleajes rápidamente anegaban
Las calles, avenidas, parques y callejones
Hasta que me despertaba, como sobresaltado
Constatando que en un sillón me había quedado
Dormido leyendo un libro de cuentos fantásticos…



(Obras de Pablo Picasso)


lunes, 8 de enero de 2024

Epifanías ---



(Melancolía, obra de Edvard Munch, 1893)


No creo que el esplendor de la rosa obnubile

la belleza de las espinas


No creo que consientan que rime tus labios

con los pétalos de mis heridas


No creo que invariablemente sea mi sombra

la que siempre me persiga


No creo que sólo las ciegas miradas puedan

delinear metáforas vacías


No creo que por jugar con las palabras vacile

entre la precisión y la cacofonía


No creo que el futuro deje de dictarme estas

raras imprevisibles epifanías


miércoles, 3 de enero de 2024

Tanka conclusivo a las 16.23 ---

 


(Simil Magritte Art)



Porque nadie es
Sino que vamos siendo
Jamás he sido
Ninguno ni tampoco
Quien ahora creo ser…



martes, 2 de enero de 2024

Haiku no religioso pero apto para Año Nuevo

 





Creer o no creer
Ambos son actos de fe
De vos depende



Bolsa de Gatos 1081/1090

 




1090. Suzanne Valadon pintó a su gato Raminou en decenas de ocasiones. Era uno de los felinos que andaban a sus anchas por el taller de la pintora que los alimentaba cada viernes con nada menos que caviar. Raminou fue su musa, un condenado guaperas atigrado, un ejemplar macho de la Belle Epoque que tenía enamorada a su «dueña», si es que tal calificativo se le puede atribuir a alguien que posee un gato. Y esto se ve en la pose de Raminou, sentado sobre una tela (que por cierto aún se conserva en el museo-taller de Valadon en Montmartre). Ahí está el jefe del taller sobre su tela preferida, suponemos que ronroneando, suponemos que tras una eterna sesión de auto-limpieza, posando como lo que es: un dios griego que regala unos efímeros instantes de belleza a Valadon para que consiga pintar una mínima parte de su grandeza. Raminou es casi una leyenda en Montmartre: aplastado en más de una ocasión por el culo de Renoir, acariciado por Manet, torturado por el hijo bastardo de la Valadon que probablemente estaba celoso de Raminou y lo agarraba por el rabo cuando conseguía pillarlo por sorpresa, justo antes de un doloroso y merecido zarpazo. Un animal que estuvo sentado en el regazo de grandes personalidades y fue poseedor de secretos inconfesables sobre la pintora más talentosa de ese Montmartre irrepetible de los años 20. (Texto de Miguel Calvo Santos para https://historia-arte.com/)





1089. «La frase ¡Al diablo la Navidad! es ¿una blasfemia, un oxímoron, pecado, una irreverencia o un grito desesperado que no nos atrevemos a dejar salir? No lo sé. Vengo de una familia católica donde siempre se festejó la Navidad. Al principio, con mi familia paterna y materna juntas, en la casa de mi abuela, la madre de mi madre, que cocinaba para todos, servía la mesa para todos, y luego lavaba los platos de todos. Años después, a partir de una discusión en una Nochebuena, sólo nos reunimos con la familia materna. Los primeros años mi padre seguía viniendo; nos adelantábamos con mi mamá y mi hermano y él llegaba para la hora del brindis, el pan dulce y los regalos. Hasta que un día por fin dijo: “Coño, que yo no hago más la fantochada”, y no fue ni ese 24 ni ningún otro. Más allá de la angustia que me provocaba la ausencia de mi padre en las Navidades, la anécdota me hizo estar preparada para decir “¡Al diablo la Navidad!” algún día. Antecedentes familiares me amparan. Genéticos, casi. En este caso, alguien dirá: “Loca como tu padre”, en vez del lugar común “Loca como tu madre”, lo que no deja de ser alentador desde el punto de vista de género. Pero a pesar del permiso paterno, hasta el 2010 no me atreví a mandar la Navidad al diablo. Que la tradición familiar, que los niños y sus ilusiones, que alguien tiene que seguir la posta de la abuela que ya no está, que tampoco hace mal, que a vos nada te viene bien. Durante los años que estuve casada no sólo no me rebelé sino que además me ocupé religiosamente del árbol, el matambre, los tomates rellenos, los turrones, la sidra, las pasas de uva a las doce, el pan dulce, etc, etc, etcétera. Sin embargo en el 2011, al fin, parece que la cosa puede cambiar. Por lo pronto mis hijos pasarán la Nochebuena con el padre y el Año Nuevo conmigo, lo que me deja absoluta libertad de elección acerca de cómo pasar el 24: si cometo una herejía no arrastraré a nadie conmigo. Pero enfrentarse a esa libertad implica elegir qué quiere uno, lo que tampoco es fácil. Hace semanas que vengo evaluando distintas opciones. Varios amigos, con las mejores y más amorosas intenciones, me invitaron a pasar la Nochebuena con ellos y sus familias. Pero eso sería algo así como comer los mismos tomates rellenos en la casa de otros y ni siquiera poder quejarse porque al relleno le pusieron demasiada mayonesa. La opción de quedarme sola en mi casa, ver una buena película, comer rico y emborracharme resultaría una gran alternativa si yo bebiera alcohol, cosa que no hago. Y sin alcohol, temo que a los primeros fuegos artificiales que estallen en el cielo cerca de mi ventana me ponga mal porque no estoy con mis hijos, me sienta sola, llore, y a las doce en punto salga corriendo a buscar al gato para decirle “¡Feliz Navidad!”, el único ser vivo que me acompaña. También evalué viajar esa noche y que las doce campanadas me encuentren en vuelo y a los brindis y abrazos con el compañero de asiento que me haya tocado en suerte. Pero sería muy engorroso y un derroche de dinero extravagante, más teniendo en cuenta que el 25 al mediodía tengo que estar en mi casa para recibir a mis hijos. Y entonces, cuando nada parecía cerrar, llegó la mejor alternativa: una amiga me invitó a una cena donde estaba juntando a todos los que no festejan la Navidad porque pertenecen a otra religión, porque no pertenecen a ninguna, o porque no y punto. La propuesta era: “Los invito a comer a mi casa mientras los demás festejan la Navidad”. Acepté. Sólo me falta saber si cuando den las doce alguno me hará la gracia de levantar la copa, total no le hace mal a nadie. Y si en cambio nadie lo hace, comprobaré si me resulta indiferente o si volveré corriendo a mi casa, con lágrimas en los ojos, a decirle “¡Feliz Navidad!” al gato. » (“Al gato no le importaría” por Claudia Piñeiro)





1088. “Cuando vivía en Escobar, Laiseca tenía varios animales. Vivía ahí porque podía tener una casa con patio para sus animales. (A pesar del sacrificio de viajar dos o tres o cuatro horas todos los días; él decía que tenía dos trabajos pero cobraba sólo por uno.) Un día al volver a su casa encontró que los perros habían matado al gatito cachorro que había recogido pocos días atrás, y se entristeció, se enojó con los perros, en realidad se puso furioso, quería castigar a esos asesinos, pegarles, encerrarlos… Pero lo que hizo (le salió espontáneamente, sin explicación) fue ponerse a ladrar y aullar como un perro. Sin habérselo propuesto, había dado con el castigo más eficaz; los perros se aterrorizaron. Con los pelos erizados como si estuvieran recibiendo una descarga de cien mil voltios, retrocedían con las patas encogidas, la panza tocando el suelo, se arrinconaban, gemían, los ojos dilatados por el espanto. Tardaron días en recuperarse. Evidentemente, para un perro la amenaza de que su amo se vuelva perro es lo peor que le puede pasar, peor todavía que la muerte. Se explica, creo, porque ese hombre transformado en perro seguirá siendo el amo (él no puede concebir otra cosa: ya lo ha interiorizado como amo) pero además será perro, es decir sabrá lo que él sabe, conocerá desde adentro los mecanismos de acción y reacción del perro, y podrá ejercer un dominio al lado del cual el del hombre-hombre sobre el perro es apenas un simulacro lúdico de poder o dominación. Un poder así aterroriza.” (“Alberto Laiseca por César Aira – Un poder que aterroriza” – encontrado en https://bit.ly/3ep6mJh)





1087. Cuando su amigo Césare Pavese se suicidó, la escritora y política feminista italiana Natalia Ginzburg mantuvo una relación muy cercana con Elsa Morante, a quien admiraba muchísimo como narradora, y en 1985, cuando falleció tras una larga enfermedad, heredó sus gatos siameses, que son los que aparecen en esta fotografía. Toda la vida le habían gustado más los gatos que cualquier otro animal, pero sólo desde entonces fue que convivió inseparablemente con ellos.





1086. “Siempre me sentí motivado por el proceso del arte y no tanto por el resultado. Siempre fui muy consciente de eso. Vivo para pintar (mientras debo lidiar con las complejidades de mi pintura) y también para disfrutar de la compañía de mi gata, pasamos horas y horas juntos los dos, mientras ella disfruta de mi compañía concentrada en las complejidades de ser felina." (Frank Stella, pintor y grabador norteamericano, verdadera referencia del arte abstracto y minimalista, junto a su gata Marisol)





1085. “Mi gato, cualquier gato, absolutamente todos los gatos me provocan furibundos irrefrenables ataques de amor. Aquí estoy fotografiada en pleno ataque, prueba irrefutable de mi amor incondicional por ellos.” (Anna Jagodzinska, top model polaca de Vogue, L'Officiel y Revue de Modes)





1084. “En Lemuria, por obra y gracia de El Colo -gato luminoso como el sol, bello como el amor correspondido y sabio como pocos- existe el paraíso. Él le fue dando forma, para poner a prueba el amor humano de Beatrice. Es ella, en este caso, la que debe atravesar un infierno de vecinos inclementes, guiada por el oráculo chino, mientras él da señales de vida desde la altura…” De nuevo Beatriz Vignoli nos conmueve, nos maravilla, nos ofrece una magnífica historia donde se diluyen los bordes entre autora, obra y persona, y la realidad que alcanzan los sueños y que es más verdadera que la vigilia. “Un gato desaparece y un clan solidario organiza su búsqueda que al principio es narrada como cuento de hadas para luego transformarse en crónica policial y en una angustiante pesadilla al final. Ante los vecinos iracundos, atrincherados por el temor y capaces de los actos más viles, se levanta, sin embargo, la belleza del mito: el continente perdido de Lemuria donde habitan quienes postulan otra forma de devenir.” Sólo Beatriz Vignoli es capaz de transformar una serie de posteos de Facebook en un texto que es un cosmos individual cerrado sobre sí mismo y, a la vez, abierto a dar zarpazos en el pensamiento de hoy.





1083. Instantáneas gatunas - Su mirada ama, comprende lo que está pasando y para qué está allí. La llevaron en su transportador para la despedida. Su dueña estuvo hasta hace poco internada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Sanatorio Güemes de la Ciudad de Buenos Aires. (Tan conmovedor testimonio me lo aportó Frodo, amigazo que administra el muy recomendable sitio https://frodorock.blogspot.com/)





1082. “No sé de cuándo ni de dónde viene mi relación con los gatos. Los amo, claro, pero mi relación con ellos, qué digo relación si en realidad siento que son como una extensión de mí... Qué arrogante de mi parte, pensándolo mejor, puesto que podría ser que yo fuera una extensión de ellos… Como sea, no sé de cuándo ni de dónde viene. ¿Será que de otras vidas? Puede ser… En la primera foto que tengo mía, tendría unos tres años y ya hay gatos allí, en casa de mis abuelos. Así que ¿qué relación tengo yo con ellos? Creo que soy ellos. ¿Me entiendes?” explicó en una entrevista el gatófilo afamado fotógrafo Masahisa Fukase.





1081. Freddie Mercury, líder de la banda británica Queen, recogía gatos abandonados del albergue ‘Blue Cross’ de Londres y se los llevaba a su residencia. Tanto amaba a los mininos que incluso les dedicó canciones y álbumes, como “Mr. Bad Guy”, dedicatoria que hizo extensiva "Para mis gatos y para todos los que aman a los gatos alrededor del universo… y que se jodan los que no!...” Él solía decir que sus gatos eran sus únicos leales e incondicionales. Tom, Jerry, Oscar, Tiffany, Delilah, Goliah, Miko, Romeo y Lilly fueron algunos de los nombres con que los bautizó y cabe destacar que llegaron a ser los beneficiarios de parte de su fortuna por medio de la fundación que creó para rescatar y proteger a los gatos desamparados. De todos los que tuvo, sólo Tiffany, una gata Himalaya, fue un regalo de Mary Austin, la novia a la que siguió llamando siempre «el amor de mi vida», en tanto los demás fueron todos gatos rescatados... Pero Delilah fue su inocultable predilección, una hembra de pelo largo esponjoso a la que le compuso la canción del mismo nombre que está incluida en el álbum “Innuendo”. (En la foto vemos a Freddie, una tía con Oscar en brazos, Mary Austin alzando a Tiffany, su pareja Jim Hutton y otros de los amigos que atendían a sus gatos)